
- 20 Octubre, 2016
Autoestima adulta
Dejando a un lado las cuestiones físicas, esta presión sobre uno mismo repercute en la autoestima. Todo complejo, ya sea físico o psicológico, esconde un problema de autoestima.
La falta de autoestima y la obsesión por nuestros defectos físicos es muy propia de la adolescencia pero a medida que maduramos, deben de ir desapareciendo.
¿Cómo podemos superar los pequeños detalles que nos disgustan?
El primer paso es aceptarnos tal y como somos. Todos tenemos detalles e imperfecciones que podrían mejorarse. Eso no significa que no podamos mejorar algún aspecto de nuestro cuerpo, si queremos perder peso por ejemplo, nos deberemos esforzar para conseguirlo de forma sana y supervisada por un médico sin caer en dietas milagro.
Otra cuestión que debemos saber diferenciar entre ser inferior o sentirse así. Es evidente que en muchos aspectos seremos inferiores a otras personas, es decir, es muy probable que seamos mucho menos ricos que Bill Gates pero esto no debe de angustiarnos ni hacernos sentir mal. Y a lo largo de nuestra vida conoceremos personas que son más altas, más delgadas, más inteligentes o mejor conduciendo. Pero esto no debe de suponernos una condición de inferioridad. Debemos extraer una actitud positiva para nosotros y ser conscientes que podemos mejorar pero nunca sentirnos ni inferior por hechos que debemos aceptar como tal.
Si lo que nos disgusta de nosotros mismo es nuestro peso e imagen, vamos a ponernos manos a la obra. Una dieta sana y equilibrada nos ayudará a bajar peso y ganar en salud. La práctica de ejercicio regular será ideal para conseguirlo y mejorar nuestro estado de ánimo.
Un cambio de nuestro aspecto así como de nuestro fondo de armario puede mejorar nuestra actitud en verso el cambio y el esfuerzo realizado.
Si nuestros complejos van mucho más allá y suponen un importante complejo que nos afecta psicológicamente, quizá sea el momento de visitar un especialista. Detrás de un complejo físico y/o psicológico puede esconderse un trastorno mucho peor como la anorexia, la bulimia, o trastorno dismórfico corporal.